
La gente fue llegando, la música envolvió el lugar y la noche empezó a tomar forma, entre daiquiris, venusitas y amigos.
Desde el bus de la Ronda salían quesadillas a las que no nos pudimos resistir y la fiesta siguió su curso con gente que se seguía sumando.


No faltaron los que se colgaron con el proyecto tejido, tomando el control de las agujas, para regalarnos su entramado y de paso, abrigar alguna que otra silla. Como tampoco faltaron quienes, tentados ante la facilidad, quisieron formar parte de la fábrica de pompones, aprendiendo a hacer los suyos.
Y por supuesto: la fiesta no faltó. La música de ellas tampoco.
A todos los que estuvieron presentes, desde la prensa que siempre nos acompaña, a los amigos de Ronda de Mujeres, gracias por formar parte de una noche que da ganas de seguir haciendo esto y que es tan sólo el punto de partida para lo que se viene.



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